Lector que entras por primera vez, no te dejes llamar a engaño. Esto no es una recopilación de relatos con un punto en común, aunque pueda parecerlo. Es una historia por capítulos, que debe leerse siguiendo un orden lógico para captar el sentido de lo narrado, aunque cada capítulo por sí solo sea un pequeño relato en sí; pero no es ese su cometido, de modo que si te conformas con leer lo último publicado y pasas por alto todo lo anterior, es como si abrieras un libro por el medio y leyeras unas pocas páginas, conformándote con eso.
Si de verdad disfrutas leyendo, tómate tu tiempo, empieza por el principio y continúa poco a poco.
Bienvenido a este viaje por la tierra de los sueños...

1 de abril de 2009

V Hay alfombras que es mejor no levantar


Estaba exhausta. Hacía cuatro meses y medio que había tomado el control de aquel coloso y desde que puso los pies en su despacho por primera vez no se había permitido un minuto de respiro. A sus largas jornadas laborales de dieciocho horas se sumaba el trabajo que invariablemente se llevaba a casa para llenar sus noches e ignorar la sensación de vacío que la invadía en cuanto cerraba la puerta de su apartamento. Su pálida piel reflejaba las huellas del cansancio en forma de pronunciadas ojeras que ni el más espeso maquillaje podía camuflar. En las escasas ocasiones en que se enfrentaba al espejo la imagen que contemplaba la miraba con una crudeza insoportable. Sus ojos grises reflejaban una frialdad glacial y parecían mirar la vida desde mucho más allá de sus treinta y siete años. La mayor parte de las veces caía rendida por el agotamiento en el mismo sofá donde repasaba proyectos pendientes y pulía hasta el último detalle de los casos más problemáticos, y despertaba al cabo de un par de horas, incapaz de conciliar de nuevo el sueño. En realidad su puesto acarreaba ciertos privilegios, como el de llegar más tarde que el resto por las mañanas, tomarse algún día libre de vez en cuando y por supuesto, disfrutar de sus fines de semana, pero en cambio era habitual verla llegar antes del amanecer y no había faltado ni un solo día, ni por enfermedad ni por descanso. Hacía tres décadas que sus noches se habían convertido en un horror de sombras furtivas, miedos inconfesables y fantasmas olvidados agazapados en los rincones a la espera de saltar sobre ella al menor descuido. La idea de que alguna de esas sombras se disipara lo suficiente como para dejar ver aquello que estaba escondido era tan terrible que su mente había levantado un muro defensivo impenetrable, al menos durante la vigilia. Era durante el sueño, cuando la consciencia se relajaba y se debilitaban las paredes de aquel muro cuando aparecían las grietas, y por ellas amenazaba filtrarse lo olvidado, aunque en cuanto empezaba a asomarse tímidamente saltaba una alarma en su mecanismo de defensa y la despertaba, con una extraña sensación compuesta a partes iguales de alivio por haber esquivado al subconsciente y frustración por el insuficiente descanso. Pero todo tiene un límite, y tras demasiados años sin apenas dormir, abusando del café y trabajando hasta la extenuación, aquella mañana, simplemente, su organismo se colapsó. Estaba de pie ante el ascensor golpeteando impaciente el suelo con la punta del zapato cuando de repente todo se volvió oscuro y cayó al suelo sin sentido. Rápidamente acudió el médico del Centro y tras comprobar que no había lesiones graves fue trasladada a la enfermería, donde permaneció en observación varias horas. El diagnóstico fue de colapso general por agotamiento. Cuando volvió en sí una enfermera le entregó un sobre con una concisa carta, en la que la junta directiva de la empresa la exhortaba a tomarse unas largas vacaciones; los gastos de su estancia, dietas y transporte corrían, por supuesto, a cargo de la empresa, y su puesto estaría aguardándola en las mismas condiciones a su regreso. En caso de negativa por su parte, TechnOnirics lamentaría tener que prescindir de sus valiosos servicios.
De este modo se encontró con la perspectiva de un mes por delante sin nada que hacer salvo ocuparse de sí misma, y tras consultar las múltiples opciones vacacionales a su alcance metió en un par de maletas aquello que consideró imprescindible y condujo varias horas por carreteras comarcales hasta llegar a la vieja casona de sus abuelos, donde habían transcurrido los veranos de su infancia. Guardaba muchos recuerdos de aquel lugar, la mayoría felices y llenos de color, entusiasmo y vitalidad. En realidad, si se paraba a pensarlo detenidamente, la última vez que se sintió realmente bien fue durante el último verano que pasaron allí. Durante su estancia su abuelo materno sufrió un infarto fulminante que segó su vida un amanecer mientras se dirigía al establo, mientras en la casa todos aún dormían. El recuerdo de los días que siguieron era vago y estaba sumido en una especie de neblina entre la que apenas lograba entrever a un montón de gente entrando y saliendo del enorme salón, mesas y aparadores repletos de bandejas de canapés y dulces, una interminable sucesión de botellas llenas que se vaciaban rápidamente y a su madre llorando desconsolada, con los ojos enrojecidos y en su mano un pañuelo blanco bordado con el que enjuagaba inútilmente unas lágrimas que inmediatamente eran reemplazadas por otras. Volvieron a la ciudad y a una rutina cada vez más gris y monótona. Poco después su abuela se mudó con uno de sus hijos, y la casona quedó cerrada durante mucho tiempo, hasta ese día en el que Blanca apareció y se dispuso a sacudir el polvo de los muebles y limpiar a fondo hasta el último rincón.

5 comentarios:

  1. Niñaaaaaa, yo no sabía nada de esto !!!!
    Oye, .. que me ha gustado MUCHO, si no me entero de la segunda parte dame un toque porfa.
    (es que no me aclaro con esto de los blogger, y desde que estoy en el otro no me acuerdo de mirar los demás, ufff que lió)
    Espero impaciente la continuación.
    Besazos, loca.

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  2. Vaya!!! Sabes, no voy hacer crítica, queda mucho aún por leer, y sí, asustan algunas cosas, cosas que recuerdadn otros momentos vividos en primera persona......Esperaré paciente el siguiente...


    Besos, Amiga.....Woooooo, me gusta lo que leo...

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  3. Ahhh, pero produce escalofríos ciertos pasajes jajaa y eso que soy muy macho !!!!! ajjajaja.

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  4. por un momento pense que estabas hablando de mi, jolines, solo que yo tengo un mecanismo para que los recuerdos se queden guardaditos y poder dormir, los guardo bajo siete llaves y pocas veces salen de ese eterno exilio al que los tengo relegados, este relato promete... sigue levantando alfombras... espero impaciente y uñas todavia me quedan perono quiero perderlas todas... besos wapa

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  5. Muy buena historia… Me pareció que fueron siglos el tiempo transcurrido en ese mes. Excelente!!!!! Te felicito.

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